John Gómez (COLOMBIA)
JOHN GÓMEZ Autor de XIII (2019), No te creas poeta (2019), Fantasmas (2020) y Baladas Baladíes (2020). Hizo parte del I y II Encuentro Internacional de Poesía en Bucaramanga (2013-2014) y del I Encuentro Internacional de Poesía Emergente en Aculco, Estado de México (2017). Ha sido publicado en numerosas revistas nacionales e internacionales, así como en las antologías La voz alucinada (2014), Abrakadáber y otros cuentos (2014), Colombia cuenta 2015 (2016), El desamparo y la compañía (2016), Hacia Ítaca 2017 (2017), Como luz de estrellas que no existen (2018), Todo se sabe en este mundo (2019) y Sumergirse (2020).
Autor de XIII (2019), No te creas poeta (2019), Fantasmas (2020) y Baladas Baladíes (2020). Hizo parte del I y II Encuentro Internacional de Poesía en Bucaramanga (2013-2014) y del I Encuentro Internacional de Poesía Emergente en Aculco, Estado de México (2017). Ha sido publicado en numerosas revistas nacionales e internacionales, así como en las antologías La voz alucinada (2014), Abrakadáber y otros cuentos (2014), Colombia cuenta 2015 (2016), El desamparo y la compañía (2016), Hacia Ítaca 2017 (2017), Como luz de estrellas que no existen (2018), Todo se sabe en este mundo (2019) y Sumergirse (2020).
JOHN GÓMEZ
LA SAL
(de
La sal tiene la costumbre de entrar por la ventana,
de meterse en la mirada,
o en el silencio de Teresa, cuando mira al mar.
Nos hemos acostumbrado a la sal, pero no al llanto.
Todo está lleno de ausencia aquí en la casa.
La anciana teje en una esquina.
Teje y desteje, para deslizarse en el olvido.
Hace tiempo que no piensa en los niños,
en su risa, en su jugar a la pelota,
con los pies descalzos
y las rodillas surcadas por cicatrices viejas.
No es igual para Teresa,
que llora por las noches, cuando la anciana duerme.
Llora y se mete al mar,
para disimular su llanto.
Los niños,
hace tiempo que no piensan en la anciana,
ni en Teresa, o su jardín de mariposas,
sino en la sal.
La brisa les revuelve los cabellos,
las sombras devoran su larga procesión
lejos, muy lejos de casa.
Y mientras caminan,
lame el viento las caritas mojadas de los niños,
y la sal se les diluye entre las lágrimas.
LA BALADA DEL ÚLTIMO HOMBRE
(de
El último en morir
por favor que apague la luz,
que salga de la ciudad gris,
que vaya a las montañas
y respire el aire frío de la niebla,
que se quede allí el día entero
contando pájaros,
sintiendo la lluvia caer,
que pruebe a contar también
cuantas casitas devora la hiedra
y le declame un par de poemas al eco,
que tararee una canción aprendida
en la niñez,
una copla o un refrán,
de esos que enseñan los abuelos,
y le pida perdón a los bichos,
a nombre nuestro.
Y por favor que apague la luz,
que cierre la puerta con cuidado
de una vez y para siempre.
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