Sebastian Barbosa Montenegro (Colombia)
En esta oportunidad les traemos dos poemas en prosa del escritor Sebastián Barbosa Montenegro. (1998) Poeta Bogotano. Cursó estudios de filosofía y letras en la Universidad de la Salle, Colombia. Actualmente es estudiante de filosofía en la Universidad Pedagógica Nacional. Aparece en las antologías Ríos paralelos III (2018). Pecados capitales (2019) por ediciones Exilio.
MELANCOLÍA
Que alguien expulse de este cuerpo la tristeza incrustada en el estómago. Que alguien se sirva de cualquier truco o trueque y purgue la bilis contenida. Para que así las palabras no sean residuo de sus vapores. Que alguien cure la epidemia de tristeza en este cuerpo debilitado. Que se tropiece un méndigo con el antídoto (que se haga rico de solo estar sentado en la carrera séptima vendiendo la cura en pequeñas pócimas) que se purifique, se expulse, que se llene, que se vaya a su abismo, que al flâneur se le encierre, se le saque toda la sangre y la saliva. sean expuestas sus vísceras porque de todos modos no está tan mal ser un burgués triste a comparación de ser una pobre piltrafa pidiendo limosna y, además, un alma melancólica. Que se experimente con sus humores en vano, hender en el fondo de sus lágrimas, a menos que diga cuál es la causa de su tristeza.
¿Qué es lo que ha perdido irremediablemente? Que sea torturado a fuerza de la veracidad y se le crea si dice no saber qué es lo que ha perdido en realidad así pueda señalarlo con el dedo. De todos modos, sea llevado a la horca porque al fin y al cabo no hay remedio que lo salve. Pero si la muerte no es la solución a su tristeza y asegura seguiría siendo en el otro mundo un pobre saltimbanqui; un anima sola, le prometeremos suficiente luz en los velones, suficiente incienso para su queja, suficiente vino para su sed, lo llenaremos de dádivas y abrazos condescendientes porque en el fondo -eso sí lo sabemos todos- en el fondo, su tristeza también es nuestra.
MI AMOR NO ERA UNA BANDADA DE CUERVOS GORJEÁNDOLE A LA LUNA
No sé cómo se me han ido acumulando tantos días de andar ligero sin mirar la vía antes de cruzarla. Tantos días perdidos. Ciertamente no sé cómo he llegado hasta aquí si mis alas se han malbaratado. Podemos ir por una cerveza si quieres, no sé cómo llegué aquí otra vez: si la noche me ha conducido a tus brazos debe ser por algo, si el azar nos reúne será para escurrirme como una sobra de perro viejo por las puertas entornadas. Para perderme en el humo evanescente de tu muñeca, para quemarte las manos con ceniza, para lamer la espuma de tus heridas ¿Será?
Si quieres vamos por una cerveza y algo pueda decirte, no siempre estoy mintiendo (aunque necesito hacerlo) no sé cómo llegué hasta aquí y no sé cómo regresar. He borrado los pasos, no puedo hacer lo deshecho ¿entiendes? La noche me ha roído los huesos, las piernas: no puedo regresar, no tengo cómo.
Si quieres nos lanzamos del puente ahora mismo y nadamos en el borde de los sueños. Te lo dije alguna vez, León. Mi amor no era una manada de perros ladrándole a la luna, ni una ofrenda a los amores imposibles, sino dos muchachos orinando los árboles. Si quieres nos sentimos León Lagartija Caballo en los ríos de orín bajo las lámparas de esta maligna calle -si lo piensas- no muy diferente a la calle donde se ahorcó Nerval, puedes colocarte en esta callejuela de la Vieja Linterna puedes colocarte y orinar tranquilamente su cadáver. Tú no tienes la culpa, no sé cómo se me han ido acumulando tantos días de andar ligero.
Te lo dije alguna vez, León. Mi amor no era una bandada de cuervos gorjeándole a la luna.
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