Leonor Mauvecin (ARGENTINA)
Leonor Mauvecin: Nació en Córdoba en 1950. Poeta y narradora. Lic. en Letras Modernas por la UNC. Obtuvo Mención de Honor en: Premio Provincial de Córdoba 1997, Premio Luis de Tejeda Municipal de Córdoba, 2006. Premio de la Fundación Argentina para la Poesía 2007.Obtuvo el Fondo Municipal de Córdoba: años 1998, 2000, 2005. Premio a la Excelencia Poética 2018 Buenos Aires. Participó como expositora en encuentros y congresos en argentina y el extranjero. Publicó ensayos en Cuadernos de la Biblioteca (2013) y (2016) y Escritores cordobeses Figura en numerosas antologías en Argentina, México y España.
Publicó: La Casa del Aire, (1996), La Huella de la Tarde (1998) La piel de la serpiente (2000) La caja de madera (2005) La casa del Amor y de la Muerte (2008) El libro de Elena. (2011) Almanaque (2016). Jardín Salvaje (2020) Postales de Otoño (2020)
Decálogo
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no te inclinarás a ellas ni las servirás;
porque
yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso.
Deuteronomio
Sin fuegos de artificio, mis
ojos en la noche
observan el decálogo:
Diez son los escalones del
jardín
cuando la lluvia moja
en los rincones, la esperanza.
Diez escalones sin barandas.
Sin el descanso
para este corazón que palpita
acelerado.
Diez son los escalones del
vértigo
que nubla la mirada.
Diez escalones, sin estrellas
para mirar con ojos de
luciérnaga las letras
que escriben el vacío de este
cuarto cerrado.
Diez escalones del deber
En el noveno espero un último
relámpago
que ilumine mi rostro
pero
Dios es celoso
de Jardín Salvaje
LOS ÚLTIMOS COMEDIANTES
Aquí estamos
entre todos los últimos
comediantes.
Entre los socavones del
amanecer.
Entre los manifestantes con
banderines de plomo.
Entre las innumerables
mentiras.
Entre los ingenuos culpables
y los malvados.
Entre los que emigran
dejándonos una cicatriz de aborto.
Entre los sórdidos mendigos
con sus mendrugos agusanados.
Entre los locos.
Entre los insaciables que
consumen la última hamburguesa
y juegan al polo con caballos
de palo y escopetas.
Entre los que devoran
bibliotecas con la única finalidad de sí
mismos.
Entre los que miden el último
gen del genoma humano
para saber que somos sólo el
doble que una lombriz
y menos que un insecto.
Entre los que buscan el primer
contacto con el mono
en el mítico eslabón de la
historia.
Entre los que deambulan con
los pelos rojos
y el rock and roll en sus
orgasmos.
Entre los que gritan con
Charly
sueñan con Fito o comen
langostas aladas
en los recitales nocturnos de
los Redondos.
Entre los que miden el compás
de un tango abovedado
Y huelen la nostalgia de una
calle desierta.
Entre los que no saben volar o
no pueden
y usan polvo blanco o jeringas
para vivir una vida prestada.
Entre los que ven la muerte.
Entre los que ven la muerte en
pantalla chica
y se creen a salvo.
Entre los que viven la vida
como una película del Far West
hartos de pochoclo y Coca Cola
y se pegan a la imagen
dejando sus máscaras en las
ondas del aire.
Entre los que hablan y leen un
lenguaje universal
y buscan la metáfora.
Entre los que hacen dedo en
las autopistas
y pagan el módico peaje de la
intemperie.
Entre los que aman.
Entre los que venden un cielo
de cartón
Con un rey de bastos dispuesto
a golpearnos en las dos mejillas.
Entre los que caminan
kilómetros para escuchar
al famélico maestro con su
magro librito bajo el brazo.
Entre los que descubrieron la
ternura.
Entre los que descubrieron la
ternura
y golpean las puertas.
Entre los que golpean las
puertas buscando la salida
hasta que la sangre florezca
en las manos.
De Postales de Otoño
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