Ramiro Aguilera Pardo (COLOMBIA)



Ramiro Aguilera Pardo. Autor de la serie: “Literatura Para La Paz y Los Valores Humanos”
Miembro de: Circulo Literario de Cundinamarca.
Asociación Latinoamericana de Escritores.
Colectivo Literario La metáfora.

Múltiples publicaciones en revistas, periódicos y blogs de México, España, Argentina y
Colombia.


MIEDO A VIVIR


En esta época de pandemias, de narcotráfico y violencia,
tenemos miedo a vivir:
Porque en cualquier momento y lugar, podemos enfermar,
y luego sin remedio, tener que morir.
sin retorno a la vida, sin oportunidad de rescatar
lo que en la tierra dejamos, lo que en el banco guardamos,
lo que en la casa atesoramos como patrimonio familiar
para que nada nos falte aquí.
Como si la riqueza fuera parte del seguro contra la muerte,
o talismán de la suerte para no tener que morir.
Nada nos llevamos al fin, porque sin nada nacimos,
igualmente sin nada partimos;
Solo el cuerpo en el cajón a la tierra es devuelto,
por ser ya obsoleto para cumplir su función.
Únicamente el recuerdo dejamos del servicio que prestamos
al cumplir nuestra misión;
Sin miedo a la vida y sin temor a la muerte, así vivirá para siempre
diáfano como un sol, el testimonio de nuestras obras,
En cada corazón.

ÁRBOL AMIGO Y COMPAÑERO


Árbol hermano del sol y de la luna, del viento y las estrellas, del día y la penumbra.
Árbol comienzo del camino, hogar de la luciérnaga y del pájaro herido.
Árbol sobreviviente al holocausto, guardián de la vida en el planeta, moribundo y ya
exhausto. 

Planeta que muere de sed y violencia, por la llamas calcinado y contaminado sin
conciencia.
Árbol no permitas nunca que la vida desfallezca y muera a pesar de la anarquía.
Plantadas tus raíces en la fértil tierra, tu tallo es emblema de la misma fuerza que sostiene
en el espacio la luna y las estrellas.
Árbol en tus ramas fuertes el futuro anida, en tus flores y frutos la semilla, promesa de la
nueva vida.
Árbol que fuiste madera de mi cuna, eres fuego en el hogar, y serás cruz, ataúd y sepultura.
Árbol fuente de alegría, refugio en las noches y sombra en el día.
Acepta amigo y compañero, que sea yo el primero en rendirte pleitesía,
y proteger así la vida: al sembrar en los valles y laderas del planeta que es tu hogar,
grandes bosques que han de dar a la tierra en cada primavera
para el hombre la esperanza de vida nueva,
y con la sabia de tu sangre fresca, el planeta así se regenera y asegura en el cosmos, su
existencia eterna.






 

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